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AULA DE CULTURA VIRTUAL

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Transcripción de la conferencia del psiquiatra Enrique Rojas - 6

Y, finalmente, entramos en la última parte de la charla: el tratamiento. El tratamiento de la depresión tiene, fundamentalmente, tres grandes áreas: la bioterapia, la psicoterapia y la socioterapia. Debemos tener en cuenta que la medicina es ciencia y es arte; es decir, no sólo está el vademécum, el libro donde vienen todos los fármacos, sino también la personalidad del médico, una de las cosas que más cura. Éste se pone al lado del enfermo para ayudarle, siguiendo una forma de terapia esencial que es amar, el amor al otro. Decía Marañón que una de las formas más sugerentes de amistad es la relación médico-enfermo, que está poco descrita y es enormemente rica ¿Por qué?, pues mire usted, porque el psiquiatra -el médico, en general, también, pero el psiquiatra más- es el médico más humano.

Su secreto profesional es tan grande que, muchas veces, no tiene capacidad para recibir tanta información como tiene del otro, ya que, en el mundo moderno, nadie tiene tiempo para nadie, y es el psiquiatra quien tiene que darse al paciente para entrar en su intimidad, de tal manera que vayan aflorando los principales aspectos de la vida de éste. En relación con esto, precisamente, es curioso comprobar cómo salen los grandes asuntos de nuestra vida personal cuando hacemos balance existencial de nuestra vida ólo que suele ocurrir durante una enfermedad, en una desgracia, o en un momento especial de nuestra vida...ó. Es el haber y el debe. Muchas veces no salen las cuentas, y, otras veces, las ganancias compensan las pérdidas. Cuando uno ve vidas con una trayectoria coherente óno una coherencia perfecta, ya que eso se da en el otro barrio, sino una cierta coherenciaó, es porque se trata de vidas con una solidez antidepresiva. Son personas recias, compactas, sólidas, consistentes, con criterios de verdad en la vida, a las que no les importa ir contracorriente en una sociedad como la nuestra; eso es una fórmula antidepresiva. Pero pasemos a enumerar las tres grandes áreas arriba mencionadas.

En primer lugar, tenemos la bioterapia, la farmacoterapia. Los psicofármacos, antes llamados timoanalépticos, hoy antidepresivos, son aquéllos que actúan liberando una serie de sustancias que son los neurotransmisores cerebrales y que dan lugar a que se recapten esas sustancias y dinamicen el cerebro. Fíjense ustedes en si esto es tan importante que hoy se suele dedicar una mesa redonda para hablar, únicamente, de serotonina y depresión, para ver cómo alguno de esos neurotrasmisores cerebrales modifican el estado de ánimo. Además, dos antidepresivos pueden actuar de forma complementaria.

Hay fármacos que actúan sobre la serotonina, sobre la dopamina, sobre la adrenalina o sobre otras sustancias. Por ejemplo, hoy sabemos que existen las endorfinas, que son las morfinas endógenas; es decir, que nuestro organismo fabrica sustancias que corrigen, quitan, suprimen o disuelven el dolor. Hoy, los antidepresivos tienen una riqueza extraordinaria. Cuando estamos hablando con un paciente óyo creo que, en realidad, es un hecho ex opere operato que ocurre en nuestra mente cuando estamos ante un enfermoó, ya vamos viendo qué tipo de fármaco le damos. Por ejemplo, se ha puesto de moda en los últimos años, como ustedes saben, un fármaco óen Estados Unidos, los pacientes venían a la consulta pidiéndoloó: el Prozac, que es fluexetina. La fluexetina es un fármaco muy eficaz, tiene la gran ventaja de que es muy desinhibidor, es decir, produce un gran movimiento de la conducta, y, por otra parte, adelgaza, es decir, frena el apetito y mueve el agua retenida en los tejidos. Ni qué decir tiene que su eficacia es extraordinaria. No olvidemos que la anorexia o la bulimia ya no se dan en los adolescentes.

Yo veo muchas anoréxicas con 35 ó 40 años, antiguas anoréxicas que se han medio curado y que están ahí todavía. Son esas personas que se pesan 3 veces al día, han engordado dos kilos y están preocupadísimas. No llegan a ser anoréxicas porque no lo son, pero, de hecho, ahí hay un tema latente, rumiando en su cabeza. Pero cambiando de asunto, les quiero aclarar que, ante todo enfermo depresivo, hay que hacer, desde el punto de vista farmacológico, tres cosas importantes. En primer lugar, hay que dar una medicación antidepresiva siendo muy selectivo en la elección. No olvidemos que todos los antidepresivos tienen efectos secundarios, por lo que hay que ver exactamente el tipo de persona que tenemos delante, qué fármacos ha tomado, qué otros fármacos ha tomado algún familiar, si esto es así, etc. En segundo lugar, habría que recetar ansiolíticos o psicorrelajantes. Es muy frecuente la depresión asociada a la ansiedad, y ésta es inquietud, desasosiego, anticipación de lo peor. Es una sensación subjetiva que se manifiesta a través de taquicardias, sudoración, dificultad respiratoria...; es decir, hay un acordeón de sensaciones temerosas que van circulando por la mente del sujeto cuando la ansiedad es muy grande. Los ingleses hablan de dos formas de ansiedad: el free frigthing ansiede, la ansiedad flotante, una sensación de malestar, de inquietud, y el panic attack, que es la crisis de ansiedad.

Cuando esta última es muy fuerte pero, a la vez, recortada, breve, dura unos minutos, hay tres aspectos amenazadores en la cabeza del sujeto: temor a la muerte, temor a la locura y temor a perder el control. Son tres manifestaciones un poco extrañas, como digo, que nosotros descubrimos en la entrevista clínica. Muchas veces, el enfermo sin cultura no las expresa así; sin embargo, nosotros hacemos una exégesis de su discurso y la sacamos. Además, hay antidepresivos, ansiolíticos y fármacos que corrigen el insomnio, cuestión muy importante. Como decía hace un rato, es frecuente que, entre los síntomas depresivos, aparezca el insomnio, Y, para acabar con este problema, tenemos que andar con mucho cuidado porque, a veces, la medicación para dormir es excesiva. Si antes, en cualquier casa, de cualquier pueblo, había despensas de comidas óyo recuerdo los jamones y tal, en Castillaó, hoy, hay despensas de fármacos. Uno abre una compuerta y dice: ´¿Qué quieres? ¿Quieres para la depresión, para la ansiedad, para los nervios?´. La automedicación en psiquiatría es terriblemente negativa, ya que los fármacos tienen efectos secundarios y pueden producir graves trastornos. Por lo tanto, como digo, hay que andar con mucho cuidado.

Después, tenemos la psicoterapia. La psicoterapia es el arte, el modo, la manera, la gracia, el estilo con el que el psiquiatra óel médico en general también lo haceó cambia los mecanismos neuróticos negativos de la personalidad del otro. Al contrario de lo que ocurre con el tratamiento anterior, más rápido, en la psicoterapia, uno se remanga, porque es lenta y requiere arte, oficio, saber adentrarse en el cuarto de máquinas del otro. Y cuando no hay psicoterapia, es terrible: solamente podemos recurrir a la medicación. Pero centrándonos en este ámbito, debo decirles que hay muchas modalidades; desde la psicoterapia implicata, aquélla que está inscrita en el acto médico, hasta la psicoterapia de apoyo, la psicoterapia psicoanalítica. En cualquier caso, este tratamiento, lo que tiene que hacer es intentar reducir el número de manifestaciones psicológicas neuróticas, raras, extrañas, patológicas, enfermizas. Yo le digo a alguien ´Mira, en la psicoterapia, lo que pretendo contigo es que te encuentres a tí mismo, que estés en paz contigoª. Bien es cierto que la paz absoluta se da en el otro mundo; aquí, se da una paz relativa. Aún así, ésta es, yo diría, el puente elevadizo que lleva al castillo de la felicidad. Tener paz por dentro es tenerlo casi todo.

Y, en tercer lugar, debemos hablar de la socioterapia. La socioterapia no es otra cosa que la terapia sociológica. Nosotros vemos mucha gente sola, aislada, incomunicativa, sin contacto con los demás, y es en dicha gente en la que procuraremos reactivar su vida, mediante psicoterapia de grupo, psicoterapia de contacto con los demás, enseñándole técnicas asertivas, técnicas comunicativas..., y para esto hay libros ólos americanos son en esto especialistas. Me acuerdo de uno que se titula Qué decir después de decir -hola!-. Porque es cierto que, a la gente muy tímida, muy retraída, no se le ocurre nada.

Hace un par de años, estando yo en Finlandia, me comentaba un psiquiatra que daba muy mala imagen, en los países del norte de Europa, que la gente estuviera todo el rato, dos personas o tres, sin parar de hablar, que era muy bonito estar diez minutos sin decirse nada, y yo le aclaraba: ´Mire usted, en los países latinos como España, diez minutos sin hablar en una persona es rarísimo. Hay que pensar en algo. Si es un matrimonio, es que aquello está con el electroencefalograma plano´. Lo que quiero decir es que son distintas modas y costumbres; para nosotros, los latinos, estar sin hablar es angustioso. Uno sube en el ascensor diez pisos con otra persona y siempre comenta la rapidez, la lentitud, el clima de fuera, algo, porque mira al otro, mira arriba y no sabe qué hacer.

Así pues, todo lo hasta ahora dicho constituye el esquema que yo les he querido traer sobre este asunto: tristeza versus alegría. Hay tres sentimientos positivos, a los cuales les tomamos el pulso con mucha frecuencia, que son el placer, la alegría y la felicidad. Son tres grandes notas positivas, tres sorbos de vida grande. El placer es la manifestación concreta de algo positivo que inunda en un momento nuestra vida -son muchos los placeres que podemos tener-, la alegría es la satisfacción por algo que ha salido bien y la felicidades el grado superior a los dos estados anteriores. La felicidad, como decía antes, es la suma y compendio de lo que yo he hecho con mi vida de acuerdo con un cierto proyecto previo. Decía Don Quijote: ´La felicidad no se da en la posada, sino en medio del camino´. La felicidad es una forma de mirar la vida, un estilo de captar la realidad. La felicidad, he dicho antes, consiste en ilusión, y, para ser feliz, yo creo que hacen falta dos cosas fundamentales: tener una personalidad con un cierto equilibro y, en segundo lugar, tener un proyecto de vida con tres grandes temas que se mueven en su seno: amor, trabajo y cultura. La felicidad es, para mí, una tetralogía en donde uno mide, registra, pesa, capta su propia forma de ser, el amor, ócuánto habría que hablar de esoó, el trabajo y la cultura.

A modo de conclusión, sólo diré que aquí estamos, en Bilbao. El mar está aquí al lado, el Cantábrico, esta maravilla. Ayer disfrutaba yo del Guggenheim con ese paisaje de titanio de este genio arquitectónico que es Gery. Quizá pueda haber dado una imagen pesimista del tema, inevitablemente la depresión tiene un tono melancólico, pero lo que hace falta en la vida es tener capacidad para remontar las dificultades y crecerse uno ante ellas. Frente al mar, hay un velero que convierte el navegar en un reto. Eso es la vida. El pesimista se queja del viento, el optimista espera a que cambie y el realista ajusta las velas.

 

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